Psicología y psicoterapia infantil en Valladolid
Niños
Metodología de trabajo
La técnica para trabajar con niños es diferente a la de los adultos. Se usarán el juego y los dibujos además de la conversación. El psicoanalista escucha al niño, su historia. Para ello juega activamente con él y se coloca en la posición necesaria para que pueda repetir o elaborar simbólicamente el conflicto con el terapeuta.
Los niños tienen mayor facilidad que los adultos para hablar de su inconsciente y además agradecen que se lo escuchen. Hay muchos niños a los que les encanta explicar lo que significa su dibujo, o su sueño y conversan encantados sobre ello. Es necesario abrir un espacio creativo en el que el niño se pueda expresar con libertad y pueda re-escribir su historia una y otra vez, con la ayuda del psicólogo y sus matizaciones, comentarios e interpretaciones, haciendo uso de su capacidad de simbolización y que se manifiesta a través del juego y del dibujo.
Para trabajar con niños suele ser necesario entrevistar a los padres para recabar información y en ocasiones surge la necesidad de trabajar también con ellos. Es importante que si deciden llevar a su hijo al psicólogo los padres tengan una actitud colaboradora y estén animados a participar e implicarse de alguna manera en la terapia, si ello fuera necesario.
¿Cuándo llevar a un niño al psicólogo?
A veces, los síntomas que presenta un niño no son un problema para él mismo, sino para la familia. En muchas ocasiones, el sufrimiento de un niño pasa desapercibido para los adultos. Puede que experimente conflictos, angustia y no saber expresarlo con palabras. Entonces lo hace con actos. A veces se interpretan estos actos como “mala conducta” o “caprichos”.
Podemos observar que algo no va bien en un niño si, por ejemplo, no tiene apetito, o muestra dificultades para dormir o para comer, no habla o busca excusas para no ir al colegio o tiene dificultad para relacionarse con otros niños y/o adultos, no juega, no ríe, o no habla, o le cuesta mucho concentrarse ya sea en los estudios o en una conversación o en cualquier tipo de tarea, o manifiesta una conducta nerviosa, o hiperactiva (como está de moda decir), llantos excesivamente intensos o muy repetitivos y para los que no hay una explicación clara, pesadillas, rituales o manías que llegan a perturbar su vida cotidiana, etc.
Algunas de las demandas más frecuentes por las que se viene a consulta son: enuresis, fobias, hiperactividad, miedos nocturnos, pesadillas, problemas con la comida, dificultades de aprendizaje, dificultades de los padres y/o profesores para hacerse obedecer y ser identificados como autoridad, acoso escolar (bullying), anorexia o falta de apetito, afectos depresivos, llanto, desgana, trastornos del sueño, y cuadros angustiosos de diferentes formas.
El niño puede estar “atascado” en un trance subjetivo que no es capaz de resolver, ni salir de él y el sufrimiento se alarga en el tiempo, o algo se vuelve a repetir cuando se creía superado, o la intensidad del sufrimiento es tan intensa que impide que el niño haga su vida con normalidad. En estos casos es altamente aconsejable la consulta al psicólogo.
Una simple consulta
No siempre es fácil saber si un niño necesita ayuda. Si sencillamente se le pasa por la cabeza que algo no va bien en un niño, quizás no estaría de más hacer una consulta al psicólogo, quizás se pueda evitar que se agrave o que llegue a enfermar. A menudo las cosas se resuelven en unas pocas sesiones ya que se trata simplemente de escuchar algo en la familia que nadie acababa de poner en palabras, algo es nombrado, simbolizado y así puede ser elaborado, asimilado.
Otras veces vienen madres/padres a consultar algo sobre sus hijos y acaban trabajando algo de sí mismos.
Son escuchados y pueden trabajar su propia demanda, que ya no es la del hijo. Se sorprenden de ver que a medida que hablan en las sesiones la conducta del niño mejora y la unidad familiar también.
Los síntomas son “normales”
No hay niño sin síntomas. Y no hay una línea divisoria clara entre lo que es patológico y lo que no lo es. Pequeños síntomas transitorios son habituales y forman parte del proceso de maduración del niño, de su adaptación al medio y de la elaboración subjetiva de la realidad, subjetividad que es muy maleable y cambia continuamente.
Los síntomas son necesarios en determinados momentos para elaborar la realidad. Son comunes las fobias, o dificultades con la comida, con el sueño o con la aceptación de las normas. Los niños suelen resolver sus conflictos por sí solos y esos síntomas transitorios se desvanecen. Una consuluta al psicólogo puede en muchos casos orientar a los padres, desangustiarlos, así como ayudar a padres e hijos a resolver un conflicto de manera adecuada evitando que pueda llegar a enfermarse en el futuro.
¿El niño desea ir al psicólogo?
Cuando los padres deciden llevar a su hijo al psicólogo, es importante que le comuniquen previamente a dónde van, por qué van y que el niño esté de acuerdo y desee asistir a sesiones para hablar con un profesional de lo que le pasa.
Se le puede explicar qué es un psicólogo, que los padres están preocupados por alguna conducta, actitud o sentimientos que manifiesta y que hay profesionales que escuchan a los niños y les ayudan a sentirse mejor. Se les puede preguntar si desean ir a hablar con el psicólogo y darles un tiempo para que se lo piensen. Se les puede añadir que los padres no saben cómo ayudarles y que además con el psicólogo tendrían un espacio para hablar con plena libertad y bajo secreto profesional.
La sintomatología está determinada fundamentalmente por interpretaciones de la realidad que el niño realiza. Es decir, lo importante es su realidad psíquica, subjetiva. Ésta siempre está determinada por razones inconscientes, los deseos inconscientes que el niño tiene y de los que sólo él es responsable. Esta realidad psíquica es susceptible de ser modificada con la psicoterapia psicoanalítica, su manera de relacionarse con su propio deseo y con la realidad que le toca vivir, sea cual sea.
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